Compliance en la Cadena de Valor. ¿Hasta dónde?

 

Ante el siniestro que causó la muerte de más de 900 empleados en una fábrica de indumentaria en Daca, la capital de Bangladesh, que producía ropa para grandes marcas multinacionales, las reacciones por parte de las empresas con respecto a las precarias condiciones laborales que causaron la tragedia (instalaciones eléctricas en mal estado e inexistentes mínimas medidas antincendios como, por ejemplo, salidas de emergencia) variaron de empresa a empresa.

Benetton revisó sus listados de productos elaborados en una de esas fábricas. GAP, Walmart y otras abrieron el debate sobre cómo mejorar a futuro las condiciones laborales y se reunieron con autoridades gubernamentales y ONG, mientras que otras consideraron retirarse del país, como fue finalmente el caso de Disney que ordenó terminar con su producción allí y emitió nuevas regulaciones para todos sus proveedores a nivel mundial.

El espectro de reacciones que existieron en este caso muestra el difícil equilibrio que muchas veces las empresas que emplean a subcontratistas en países “complejos” e institucionalmente débiles intentan mantener cuando van detrás de la búsqueda de costos laborales lo más bajos posibles, evitando al mismo tiempo ser percibidas como violadoras de los derechos humanos.

La lista de casos como este es larga y no tiene final. Hay ejemplos quizás no tan extremos, pero igualmente perturbadores en todos los países.

El consumidor que compra ropa o pasajes aéreos a precios en el sentido de la palabra increíblemente bajos sabe o debe saber que alguien en algún lado paga por los costos bajos. Pero el consumidor tiende a mirar para otro lado hasta que alguien se lo dificulta mostrándole la cruel verdad en los titulares de diarios y medios sociales.

En este momento se responsabiliza a las empresas, muchas veces internacionales, al final de la cadena de valor, las marcas que venden los productos.

Compliance en la cadena de valor se convierte en un riesgo reputacional y los reguladores responsabilizan a las empresas por actos ilícitos de sus proveedores (ver acá).

Ellos focalizan su atención en riesgos de corrupción pero los riesgos de Ética & Compliance en la cadena de valor son mucho más numerosos y complejos (ver aquí).

En el fondo es un tema ético y del ahora re-descubierto propósito de la empresa.

Pronto puede convertirse en algunos países además en un tema legal. El gobierno alemán está trabajando en una ley que hará a las empresas alemanas responsables de lo que hacen sus proveedores. La ¨ley de la cadena de suministro¨ obliga a las empresas a garantizar que sus proveedores en todo el mundo respeten los derechos humanos. Si no lo hacen, se les aplican sanciones. Hay muchos temas todavía no resueltos y el debate político aún no terminó. La cuestión quizás más compleja es hasta dónde en la cadena debe llegar la responsabilidad: ¿Solo a los proveedores directos o también alcanza a los proveedores de sus proveedores y los subcontratistas de ellos?

Una ley que regula la responsabilidad en la cadena de suministro será un importante incentivo para las empresas de ocuparse de su cadena de valor. Tiene a la vez enormes desafíos. Entre ellos como evitar desventajas en la competencia global, y como evitar que empresas dejen de operar en ciertos países para evitar problemas, causando allá problemas mayores.

Muchas compañías ya obligan a sus proveedores directos a adherirse a su programa de compliance y auditan la efectividad de sus elementos. Incluyen en sus códigos de conducta una cláusula de ¨cascadeo¨, obligando a sus proveedores directos a exigir a sus proveedores a también aceptar el mismo código y a repetir la cláusula de “cascadeo” en la relación con sus propios proveedores.

Podría ser un camino efectivo si cada empresa tuviera a un solo proveedor (o solo pocos proveedores). Pero no es el caso. Son cientos y muchas veces miles que a su vez dependen de cientos de proveedores. Ya en el 2do nivel de la cadena la cantidad de subproveedores crece exponencialmente y es casi imposible saber cuántos y quiénes están en la cadena.

Todas las empresas forman parte de muchas cadenas de valor y son al mismo tiempo receptores y originadores de demandas de compliance y de adhesión a una gran cantidad de códigos y programas de compliance con diferentes contenidos.

Se crea una jungla de obligaciones imposible de manejar. Termina en una lucha de todos contra todos en la cadena con el fin de transferir su responsabilidad a otro. En esta lucha ganan los fuertes: las empresas grandes con los recursos para crear estándares para cláusulas que siempre aceptan y otras que nunca aceptan, con procesos de escalación para la decisión sobre la aceptación de cláusulas sensibles y el poder de negar la aceptación de códigos ajenos imponiendo su propio código.

Las empresas más chicas, sin estos recursos terminan firmando todo, para no perder un negocio y sin la voluntad o capacidad de cumplir con lo firmado.

Así el compliance en la cadena de valor y el cascadeo ad infinitum se convierte en una mera formalidad que no sirve para nada y a nadie.

Parece que la problemática no se puede manejar desde el Área de Compliance ni de Gestión de Riesgos. La complejidad de tantas regulaciones diferentes es demasiado grande.

Las empresas empiezan a limitar la cantidad de proveedores para poder reconocer y gestionar mejor sus riesgos de ética & compliance y buscan acciones colectivas y acuerdos en las cámaras sectoriales para poder manejarlos en forma más proactiva.

Compañías como NIKE, Apple, Levi Strauss etc., evolucionaron su enfoque de compliance a coaching para mejorar fábricas. Trabajan con la Fair Labor Association,(FLA) en acciones colectivas para acordar estándares comunes.

Acciones colectivas pueden servir para unificar estándares de códigos aceptables en cadenas de valor e incluso regular derechos de auditoría o de confidencialidad y así simplificar y hacer más efectivo el compliance en la cadena de valor.

Las directrices de la ONU y de la OCDE para la responsabilidad en la cadena de valor, así como iniciativas legislativas como la actual en Alemania pueden constituir un importante empujón para el mundo corporativo a enfrentar el tema y encontrar formas más efectivas de autoregulación.