¿Qué me motiva a implementar un programa de integridad contemplado en la nueva ley Argentina de anti-corrupción? Es una pregunta que se deben estar haciendo los líderes de empresas a raíz de la reciente promulgación de la nueva ley de Responsabilidad Penal Empresarial (Ley).
La nueva Ley es un cambio profundo en la cultura empresaria. Su motivación política es la atracción de inversores extranjeros y el pretendido ingreso de Argentina a la OCDE, pero sus consecuencias en el mundo empresarial son de una magnitud no comprendida aún.
Vivimos en un mundo cada vez más transparente donde hechos ilícitos son tema diario en las noticias. También, hay menor tolerancia de la sociedad a ciertos comportamientos, como la corrupción, que atentan contra la igualdad de oportunidades comerciales. Contar con un programa de integridad es buen negocio ya que apunta esencialmente, a atenuar la ocurrencia de hechos ilícitos a través de la prevención del delito, o su detección y remediación inmediata. El alcance de un programa depende de los riesgos propios de la organización.
Las motivaciones para implementar un programa de integridad varían dependiendo de las circunstancias de la empresa pero típicamente, se dividen en cumplir con la Ley o aspirar a lograr ventajas competitivas como contratar con el Estado. Puede ser que la empresa quiera contar con un mecanismo de defensa o posible atenuación de la penalidad ante la existencia de corrupción – potencial o real - u otro riesgo regulatorio significativo en la organización. La Ley reconoce la existencia de un programa de integridad adecuado como defensa para minimizar o evitar penalidades a la empresa.
La existencia de un programa de integridad adecuado también trae ventajas competitivas significativas a las empresas. Dichas ventajas incluyen: 1) Utilizar la misma estructura para gerenciar otros riesgos críticos como competencia y anti-monopolio, conflicto de intereses, fraude, lavado de dinero, terrorismo, impacto al medio ambiente, y calidad de producto; 2) Habilidad de contratar con el Estado argentino arriba de ciertos montos; 3) Obtener financiamiento de bancos públicos y organismos multilaterales; 4) Ser considerado proveedor o cliente preferencial de empresas multinacionales que requieran existencia de estos programas; y 4) Fortalecer controles internos.
Además de estas ventajas, cabe resaltar la oportunidad para las empresas de crear una reputación de integridad interna y externa sólida. Internamente, el crear una cultura de integridad influye directamente generando el buen comportamiento y motivación de los empleados para hacer lo correcto. Empleados motivados son empleados productivos. Externamente, una reputación de integridad conlleva a ser elegido como proveedor o cliente preferencial. Vamos hacia una sociedad donde la imagen y reputación de una empresa tienen cada vez más peso en la decisión de negocio para empresas y el Estado, como la de compra del consumidor.
Los responsables de implementar y adecuar un programa de integridad (CEOs, Directorio o Responsables legales) deben comprender que éste no es una ‘foto en el tiempo’ sino un mecanismo dinámico, que requiere mejoras permanentes ya que el funcionario o juez evaluará conductas actuales por un hecho cometido hasta 6 años atrás. Por lo tanto, contar con un programa defendible, cuyo objetivo sea ser percibido como una empresa que hace lo correcto, debe ser analizado como un seguro de protección para la empresa y su gerencia en la eventualidad de una investigación judicial por un hecho delictivo ocurrido durante su gestión. Cabe señalar que el representante legal de la empresa o su directorio podrían también ser involucrados en la investigación penal respecto a si sus comportamientos facilitaron la comisión del hecho ilícito y si ellos se beneficiaron personalmente con él (ej. bonos, ascensos o mejoras salariales).
No cabe duda que es buen negocio para las empresas y una seguridad para los responsables contar con un programa de integridad ya que les permite cumplir y contar con protección ante la Ley, como también obtener ventajas comerciales de competitividad. Cada empresa evaluará las distintas motivaciones que pueda tener para implementar un programa, pero lo importante es que no se pierdan la oportunidad de maximizar el valor que pueda traerles el tener un programa que englobe la mayor cantidad de ventajas para su organización.
Virginia Frangelli (ver bio completa).