“La actuación ética, íntegra y transparente es fundamental para que generemos resultados tangibles e intangibles en nuestros Negocios. Está en (nuestra) esencia, nuestra cultura, nuestra fuerza… Este es el camino para que alcancemos resultados y crecimiento sostenibles. Compromiso de todos y de cada uno de nosotros.”
El párrafo anterior es un extracto de la Visión de una de las empresas que ha estado en casi todos los titulares últimamente. Puesto en perspectiva, adquiere otras connotaciones.
El año pasado nos ha dejado numerosos ejemplos de que no son los Códigos de Conducta ni las Políticas las que hacen ética y transparente a una Compañía. Son los comportamientos de su gente, llevando al mundo real lo que dice la fría letra a través de sus conductas, lo que determina la seriedad, la reputación, la confiabilidad, la grandeza que se pretende demostrar desde declaraciones (a veces) grandilocuentes o slogans pegadizos.
En casi todos los países de América Latina los periódicos reportaron casos de corrupción en empresas de reconocida trayectoria contando, la mayoría de ellas, con programas de prevención y Compliance. Sólo el Departamento de Justicia de los Estados Unidos (DOJ) sancionó en 2016 a casi 30 empresas globales por sobornos transnacionales a funcionarios públicos, 9 de las cuales ocurrieron en esta parte del mundo, siendo Argentina y Chile las que encabezaron la lista y las multimillonarias sumaron casi USD 2,5 billones. Queda poco para saber qué números arroja el balance de 2017.
Los informes del DOJ, generalmente, no distinguen nacionalidades ni industrias pero todos los casos tienen un denominador común: sus programas de Compliance se quedaron en el papel.
¿Fueron chicos malos haciendo de las suyas?
Pues no parece ser el caso; yendo a los fundamentos de cada sentencia suele percibirse el mismo patrón de motivación: generar más negocios, incrementar las ventas, llegar al resultado, alcanzar los objetivos. La mecánica va desde el clásico pago directo de sobornos, pasando por “rebates” desproporcionados, hasta regalos y viajes de cortesía brindados para lograr favores.
Pero no solamente la corrupción es el problema; los conflictos de interés no declarados, las presiones indebidas, la discriminación, el mal uso de los recursos de la empresa, entre otros, son situaciones donde podríamos encontrarnos (y donde vemos ejemplos más seguido de lo que quisiéramos) si no tenemos la conciencia suficiente, aun teniendo los mejores programas, políticas y entrenamientos.
¿Entonces los programas de Compliance no sirven?
En ninguna manera, sino que precisamente la existencia de programas serios ponen de manifiesto la existencia de estos problemas. Una vez puestos en evidencia, algo hay que hacer con ellos ¿no? Mirar a otro lado no es una opción. Mucho de lo que antes se toleraba y practicaba hoy resulta completamente inaceptable, pero ¿será porque lo dice una ley o porque hubo un cambio de paradigma? Las organizaciones han leído ese giro en la sociedad y han comprendido que no son actores aislados, que cumplen un rol social y no tan solo económico, y que las personas que trabajan en ellas son las mismas que conforman la sociedad y que han dejado de tolerar los dobles discursos.
Un programa de Compliance serio toma nota de eso y pretende generar una cultura donde la ética y la transparencia sean la norma y esencia de los negocios. ¿Quién puede estar en desacuerdo con esa declaración? Pero si el programa queda simplemente en el papel, no tendrá efecto alguno más que dejar en evidencia una doble moral y un discurso vacío. En el otro extremo, si asumimos una actitud meramente legalista, si nos comportamos de determinada manera simplemente porque así lo establecen las políticas, en algún momento podremos estar, por omisión, voluntad, error o desconocimiento, moviéndonos fuera de las mismas.
¿Será que debemos revisar nuestras prioridades para este 2018?
Las prioridades varían según pasa el tiempo; ¿entonces? Por un momento, dejemos de lado las políticas, pensemos en qué es lo que nos motiva y por qué hacemos lo que hacemos ¿Cuidar nuestra reputación (personal y corporativa) es parte de nuestro ADN o mejor que no se enteren de cómo logro lo que logro? Entonces la discusión, inevitablemente, nos llevará a considerar nuestros Valores. Son los Valores los que definen lo que realmente somos, creemos, predicamos y practicamos. Los valores no se pueden disimular ni impostar. Se ven, se escuchan, se perciben, se viven. Nos llevan adonde de verdad queremos ir, definen nuestro Norte, nuestras aspiraciones y cómo queremos recorrer el camino para alcanzarlas.
¿Cómo puedo verificar si en mi Compañía tenemos un programa de Compliance real y vivo o simplemente de papel?
Hagámonos preguntas incómodas, sinceras, brutalmente honestas, salgamos de la zona de confort y desafiemos nuestras prácticas. ¿Las respuestas te dejan en paz o algo te intranquiliza? ¿Tu mente prefiere esconder algunos temas? Anímate a planteárselo a tu jefe, a tu CEO. Si no te atreves, utiliza los espacios diálogo, las oportunidades de feedback (de y hacia vos), las charlas con Compliance o HR, pero no dejes de hablarlo. ¿No hay chances de hablar? ¿Seguís con incomodidades? ¿Prefieres mejor no haber preguntado? Tal vez, sólo tal vez, hayas encontrado la respuesta que no querías.
Son las conductas, no las políticas, las que reflejan el verdadero tono ético de la Empresa.
Las políticas manifiestan el deber ser y los valores a los que una Compañía se ha comprometido, el cómo las llevamos a la práctica (o no), cómo y por qué las respetamos (o no) hará la gran diferencia entre sentir orgullo porque lo que hacemos lo hacemos de manera ética y transparente o simplemente haciendo equilibrio entre lo que me piden y lo que me parece, acomodándome a lo que me conviene. Que este 2018 nos encuentre tomando las decisiones correctas y buscando la guía adecuada cuando las situaciones se vuelven grises. Ser éticos depende de cada uno de nosotros.
“Quien anda en integridad, anda seguro y vivirá tranquilo sin temor de malas noticias”.
Gustavo G. Regner - Compliance Officer Latin America South - Syngenta
Diciembre 2017