La así llamada “privatización del enforcement” no sólo está aumentando fuertemente la carga de trabajo para Directorios, CEO y CFO, sino que requiere de una supervisión más proactiva por parte de los Directores y especialmente de los Comités de Auditoría.
Los directores representan a los accionistas, votan temas de importancia para la compañía y nombran y monitorean al management, mientras que éste último realiza las actividades clave y reporta al Directorio. Esto vale tanto para compañías grandes como para medianas y chicas. Deben conocer la compañía y su operación para poder supervisar/monitorear las operaciones adecuadamente. No son ejecutores y no deben mezclar su actividad de director con la del ejecutivo. Frecuentemente la línea divisora entre ejecutivo y director es delgada, especialmente si se trata de directores internos de la compañía.
El Directorio tiene una responsabilidad de supervisión: si conoce una situación y toma una mala decisión, esta no es justiciable. Pero si desconoce un problema y por eso dejan de tomar una decisión, los directores son responsables ante la justicia por falta de supervisión. La ley requiere que investiguen en caso de que se presenten “red flags” (o bandera roja). Son responsables por la falta de acción, si saben o deberían saber de un acto indebido. Si, por ejemplo, en la cultura de una compañía se observa una tendencia a priorizar el crecimiento de ventas en forma agresiva y con una supervisión débil del Directorio, o un sistema de compensación para la Alta Dirección que incluye altos bonos por la superación de targets financieros a corto plazo, el riesgo de que el Management use atajos y comportamientos no éticos para alcanzar sus objetivos es alto y constituye por consiguiente una bandera roja importante.
Esta responsabilidad de supervisión del programa de compliance de la organización ha convertido compliance en un tema crucial para los Directorios.
Compliance se encuentra normalmente bajo el título organizacional de “Gobierno, Riesgo y Compliance (GRC), pero está moviéndose hacia GCL: Gobierno, Cultura y Liderazgo, uniendo un fuerte liderazgo a una efectiva y persuasiva cultura corporativa. Con este enfoque, compliance se aleja de ser un intento meramente legalista de balancear el comportamiento de la empresa y sus individuos sobre la cornisa entre lo todavía legalmente aceptable y el abismo de la ilegalidad, y se orienta hacia un enfoque de valores.
Sin un involucramiento activo de la Alta Dirección, el compromiso de toda la organización y un efectivo sistema de comunicación, el programa de compliance está destinado al fracaso.
El Compliance Officer (CO) de la organización tiene un rol crucial en el buen gobierno corporativo. Tiene la responsabilidad por el diseño, la implementación y la conducción del programa de compliance. Es el Guía y Consejero para directores y ejecutivos en temas de compliance. Es un “trendspotter” que ayuda al directorio y al CEO a identificar cambios en lo que la sociedad acepta y espera del comportamiento de las empresas. Así puede evitar gaps entre la forma tradicional de hacer negocios de la empresa y las expectativas de los stakeholders externos que, si no se cierran a tiempo, se pueden convertir en comportamiento inadecuado y dañino para la organización. Apoya al CEO y al Directorio para la creación y promoción de valores y estándares de la organización en temas de compliance y es el coach del CEO y de los directores para elaborar y ajustar un adecuado “tone at the top”.
Si el CO es eficiente y cumple con su rol, les cubre las espaldas a los directores y contribuye a una cultura de integridad. Si no lo es, contribuye a que los directores tengan problemas legales y de reputación, además de problemas y costos impredecibles para la compañía.
Los CO tienen un valor genuino en el Gobierno Corporativo: Compliance es una de las responsabilidades fundamentales del directorio. Delega la función -aunque no puede delegar la responsabilidad- al CO. El trabajo exitoso del CO determina de esta manera en gran medida la confianza de los mercados de capitales en la compañía, lo cual, a su vez, es esencial para su éxito.