Desde el Centro de Gobernabilidad & Transparencia hemos preguntado hace 4 meses a los Compliance Officers cómo ven el futuro de su profesión.
Las respuestas son claras y muestran tendencias que están cambiando sustancialmente el perfil de la profesión.
Si uno haría una “nube de palabras”, mostrando las palabras más usadas en las respuestas se destacarían dos: Riesgo y Tecnología.
Estas dos palabras aparecen como el hilo conductor en relación con casi todas las preguntas y definan los desafíos que enfrentan los Compliance Officers.
Riesgos siempre han sido un gran desafío en compliance (los reguladores exigen mapeos de riesgos de compliance como base de un programa de compliance efectivo), pero eran circunscriptos a riesgos de corrupción y FCPA.
Hoy el desafío más nombrado bajo el título de “Riesgo” es su ampliación a riesgos nuevos: Además de la corrupción se suman discriminación y acoso, protección y privacidad de datos, cultura organizacional, derechos humanos y sobre todo las nuevas tecnologías con todas sus secuelas.
Las respuestas de los Compliance Officers con respecto a la tecnología se diferencian entre dos caras de la tecnología: Ven las nuevas tecnologías como herramientas en el uso de su profesión, como Inteligencia Artificial, Data Analytics, etc. Estas nuevas herramientas requieren nuevos conocimientos y el aprendizaje de nuevos enfoques y procesos.
Por el otro, lado ven nuevos riesgos relacionados con la digitalización de los modelos de negocio, el Internet de las cosas y las redes sociales que hacen que la protección de la reputación se ubica en una posición central para Compliance.
A los riesgos estrictamente legales tradicionales con sus posibles sanciones se suman estos otros, con un potencial de causar daños inmediatos de difícil mitigación, no por incumplir regulaciones sino por un comportamiento no (más) aceptado por la sociedad.
Al que llega tarde lo castiga la historia y el Compiance Officer que no detectó a tiempo tendencias que modificaron usos y costumbres o modelos de negocio que no son más aceptados por la sociedad, expone a la organización a riesgos reputacionales.
La contracara lógica de esta nube de palabras imaginaria es la (casi) ausencia de palabras que hace unos años hubiesen estado en su centro: Legales, normas, controles, FCPA. No es que ahora estén ausentes, pero los Compliance Officers ven una mayor cantidad de desafíos y riesgos más diversos.
Las consecuencias para las responsabilidades de los Compliance Officers son enormes: En vez de un trabajo prioritariamente legal donde los abogados se sienten cómodos, evoluciona a una responsabilidad que requiere capacidades y habilidades nuevas y más amplias.
La tendencia marca un camino menos legalista y más concentrado en la construcción de resultados positivos que en la defensa de posiciones jurídicas.
Así lo resume una de las respuestas a la encuesta: “El valor específico que aporta (el Compliance Officer) a una organización tiene que ver con el enriquecimiento del proceso de toma de decisiones…y con la contribución a la construcción de una cultura organizacional ética”, u otra igualmente significativa: “Un rol que va girando desde lo odioso que dice que no, al valioso que aporta cuidadosos consejos de negocios”, o como lo pone otra respuesta “Un asesor de la C-Suite” y “socio de negocio (no como un policia)” con “una mirada holística de la organización”.
Otra respuesta ve el gran desafío consecuentemente en la “adaptabilidad” de los Compliance Officers al mundo de los negocios, evolucionando cada vez más velozmente. Tema que se ve reflejado en muchas de las respuestas que no se pueden reproducir todas en este comentario.
Las respuestas ven al Compliance Officer evolucionando desde lo legal a “un hombre orquesta de la organización” con la capacidad “de capturar el estado del arte en cada aspecto con impacto en la organización para entender las mejores prácticas en cada tema”, o, como lo expresa otra respuesta “un custodio y desarrollador de la reputación y cultura ética de la organización.”
Compliance se vuelve más amplia y más interesante que nunca. No es una profesión solo para abogados y la formación académica de base (sea cual sea) no alcanza para ejercer exitosamente la función. Hacen falta expertise y actitudes todavía no del todo definidos.
El gran desafío va a ser formar este especialista en ética, derecho, estadísticas, uso de tecnologías, protección de datos, negocios digitales, inteligencia artificial, conducta organizacional, comunicación, gestión de crisis, investigaciones forenses y auditorias con habilidades de liderazco y empatía.